LA
ÚLTIMA CARTA DE AMOR DE BOLÍVAR
Esta carta está incluida entre las 100
cartas de amor más bellas jamás escritas JOYA HISTÓRICA - LA
ÚLTIMA CARTA DE AMOR DE BOLÍVAR La última carta de amor
escrita por el Gral. Simón Bolívar, pocos días antes de morir al gran amorde su
vida: su prima Fanny. Son impresionantes, el
hermoso texto (sin escribano), y la lucidez de El Libertador a pocos días de su
muerte el 17-12-1830.
La carta está fechada el 6 de diciembre de ese año. Afortunadamente su prima Fanny la conservó para la historia:
La carta está fechada el 6 de diciembre de ese año. Afortunadamente su prima Fanny la conservó para la historia:
Santa Marta, 6 de diciembre de 1830.
Querida prima: ¿Te extraña que piense
en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última
aurora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por
grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con
sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805. Por
sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el
más grandioso derroche de luz. Y tú estás conmigo,
porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la
vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny! Esta
carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en
las horas del amor, de la esperanza, de la fe. Esta es la letra que
iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra
escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura. ¿No la reconoces,
verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo
despiadado la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto
en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que
entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera. Muero miserable,
proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un
inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis
tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos. ¿No es digna de tu
grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma
en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis
triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena
final. En las noches galantes
del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de
Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú;
porque tú flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades. A la hora de los
grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de
moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus
pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas
de Junín. Adiós, Fanny, todo ha
terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo
quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del
relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y
tornar a perderse en el vacío.
Bolívar.